¿Te encantaría cuidarte la piel pero no sabes por dónde empezar? ¿Te sientes abrumada con la cantidad de productos que ofrece el mercado? ¿Sientes que no tienes tiempo para cuidar tu piel?
¡Tengo muy buenas noticias para ti! Y es que tener una piel sana es (en la mayoría de los casos) muy fácil, sencillo y asequible si sigues algunos pasos básicos. Muchas veces pensamos que necesitamos una rutina con miles de productos o que necesitamos invertir en cremas carísimas para conseguir esa piel que siempre hemos deseado. Permíteme decirte que nada más lejos de la realidad. Cuidar la piel es mucho más fácil y sencillo de lo que crees. Sólo hace falta centrarse en realizar unos sencillos pasos básicos y ser constantes con estos cuidados.
Sí, la constancia es básica en el cuidado de la piel pero eso no quiere decir que tengamos que hacerlo siempre perfecto. No pasa nada porque un día puntual, no sigamos nuestra rutina a rajatabla. Al final, la vida está llena de sorpresas, prisas, momentos estresantes, imprevistos, urgencias, cansancio… y no pasa NADA porque algunos de esos días descuidemos la rutina. Lo que importa es lo que hacemos la mayoría de las veces. No vamos a arruinar nuestra piel sana y bonita por no desmaquillarnos un día. Ni tampoco vamos a conseguir nuestra piel ideal por llevar a rajatabla la rutina de cuidado de la piel durante un día. Tiempo al tiempo (para lo bueno y para lo malo).
Pero vamos a meternos en materia que sé que es lo que has venido a descubrir.
¿Cuáles son esos pasos básicos y necesarios para conseguir una piel sana y bonita?
1. Limpieza
Lo habrás escuchado mil y una veces pero no puedo dejar de insistir en la importancia que tiene limpiar la piel tanto por la mañana como por la noche. Durante el día acumulamos polvo, partículas de suciedad, sudor… y todo eso se mezcla con la propia grasa o sebo que produce nuestra piel formando una capa encima de la piel. Por la noche, acumulamos metabolitos o toxinas propias del metabolismo de la piel, sudor, grasa… Es importante retirar todo esto ya que por un lado, hay potencial de obstruir poros y por otro, sería una tontería aplicar una crema encima de todo esto, ya que no sería capaz de penetrar y por lo tanto, no obtendríamos apenas beneficios (además de tirar nuestro dinero a la basura).
Si te maquillas, ¡todavía más razón para limpiarte la piel! Tanto el maquillaje como los protectores solares han de ser retirados con limpiadores o desmaquillantes que sean capaz de disolver estas partículas de carácter graso que muchas veces no se retiran con un simple limpiador al agua porque no tiene esa capacidad de disolver fases grasas. Es decir, tanto el maquillaje como los factores de protección solar suelen formularse en ambiente graso u oleoso porque es ahí donde mejor se disuelven. Y para retirarlos, necesitamos un limpiador que sea capaz de disolver esta parte oleosa. Como seguramente recuerdes de alguna clase de química del cole, los semejantes disuelven los semejantes. Para disolver aceite, la opción más eficaz es usar aceite. Un aceite desmaquillante o bálsamo desmaquillante es perfecto para esa función. Las aguas micelares también tiene capacidad de disolver las partes oleosas por lo que podrían ser también una buena opción. En todos los casos, todos estos limpiadores se usan como un primer paso de la limpieza y después, deberíamos de utilizar un limpiador al agua (que se aclare o enjuague con agua).
2. Hidratación
Una piel sana y bonita empieza por una piel hidratada. Es fundamental para mantener íntegras todas las estructuras de la piel y para que éstas funcionen a la perfección. Como siempre hemos escuchado, el agua es la base la vida y no es menos, en el caso de la piel. La mayoría de las pieles no son capaces de mantener todo el agua que necesitamos para su correcto funcionamiento. Por lo tanto, aportar hidratación, es vital en una rutina de cuidado de la piel.
Por lo tanto, es muy probable que tu piel necesite ser hidratada. Y sí, aunque tengas la piel grasa, es importante hidratarla (aportarle agua) ya que he visto muchos casos de pieles grasas desequilibradas con una sobreproducción de sebo exagerada simplemente porque no estaban correctamente hidratadas. Cuando una piel grasa está deshidratada, como mecanismo de protección produce más grasa de la que ya producía y como resultado, tenemos una piel mucho más grasa de la que es en origen.
Hay muchas formas de aportar hidratación en la piel. Podemos usar fórmulas líquidas tipo tónicos, serums, cremas, mascarillas… De forma general, yo siempre apuesto por cremas hidratantes ya que cumplen una acción global: por un lado aportan agua y por otro aportan ingredientes para reparar y proteger la barrera cutánea de la piel (la también llamada barrera hidrolipídica) que a su vez va a evitar que esta agua que hemos aportado (y el agua que de por sí existe en nuestra piel) no se evapore. Sólo así conseguiremos reducir el llamado TWEL: Trans Epidermic Water Loss. Es decir, la pérdida de agua transepidérmica. Cuando hay una piel con la función barrera dañada, uno de los primeros signos suele ser la tirantez asociada la deshidratación causada por una evaporación del agua más grande que la normal.
3. Protección
Sobra decir que el sol es el mayor agresor externo para nuestra piel. Todos los días, salgamos a la calle o no, estamos expuestos a la radiación solar. Protegernos del sol es lo mejor que podemos hacer para conservar la salud de nuestra piel (muy importante considerando que la piel es el órgano más extenso que tenemos en el cuerpo y que cumple funciones muy importantes en el organismo) y el mejor arma para luchar contra los signos de envejecimiento prematuro (arrugas, pérdida de flacidez, manchas…).
Asegúrate por un lado de que tu protector solar sea de amplio espectro y proteja con eficacia frente UVA, UVB, infrarrojos y luz azul. Por otro lado, es muy importante usar la cantidad correcta (dos dedos a lo largo de producto) y acordarse en que la reaplicación es vital para una corrrecta protección.
Por último, y no por ello menos importante, te voy a compartir cuál es el mayor secreto para una piel sana y bonita: SÉ CONSTANTE. Estás harta de escuchar esto, lo sé. Pero es así, sin trampas ni cartón. Pocos productos eficaces, que estén totalmente adaptados a tus necesidades y que los uses día sí y día también. Ese es el secreto. Pero eso sí, los productos realmente tienen que estar adaptados no sólo a tu tipo de piel sino también a tus objetivos, gustos, estilo de vida, presupuesto y necesidades. Ahí está la clave del éxito. Porque tu piel, no es la misma que la de tu amiga. Ni la de esa influencer que tanto te interesa.
Busca una recomendación profesional y actualizada. No experimentes con tu piel, te puede salir muy caro. Además, tienes que fijarte en quién te está haciendo esa recomendación: ¿Es un profesional formado en fisiología de la piel y ciencia cosmética? ¿ Te han hecho una variedad de preguntas para poder saber exactamente lo que necesitas? ¿Es una recomendación basada en la que el prescriptor tiene un beneficio comercial por recomendarte un producto o una marca específica? Piensa en todas estas cosas antes de que “aceptes” una recomendación.
Y recuerda, el cuidado de la piel es una carrera de fondo para toda la vida. Es una inversión que hacemos en nuestra salud. Por lo tanto, cuidar la piel, va mucho más allá de lucir una piel bonita. Si quieres saber más sobre el cuidado de la piel, no dudes en echarle un vistazo a mi canal de Youtube.